El Monasterio de El Escorial como conjunto monumental o fetiche simbólico tal vez de un sueño fúnebre ha sido, a través de su centenaria historia, objeto de múltiples miradas, visiones, interpretaciones y lecturas, debido, sin duda, a que sus trazas y fábricas trascienden al tiempo en que fue construido. La elaboración del discurso simbólico en El Escorial se ve arropado por la gestión manifiestamente utópica del rey. La metáfora se hace piedra en un mapa de múltiples trazas constructivas que levantan una espacialidad de recintos y estancias tan próximos al mundo ideológico del monarca, en sus deseos de poder edificar la civitas de la cristiandad donde poder regenerar los postulados verdaderos de la Fe. La imagen de su arquitectura ha sido objeto de interpretaciones diversas, no solo por lo que su racionalidad constructiva expresa sino por el enigma que invade al lugar edificado. Antonio Fernández-Alba, arquitecto titulado por la Escuela de Arquitectura de Madrid (1957), profesor de dicha escuela (1959), catedrático (1970) y profesor emérito (1998-2002), ha desarrollado una labor docente muy destacada en la enseñanza de la arquitectura en universidades nacionales y latinoamericanas. Su perfil universitario y académico se complementa con una dilatada obra arquitectónica, junto a numerosas publicaciones en torno al pensamiento moderno y contemporáneo de la arquitectura y la ciudad. Ha recibido múltiples distinciones y premios nacionales e internacionales, es académico de número de Bellas Artes de San Fernando (1986) y pertenece al Colegio de eméritos (20019).