El propósito de este libro es establecer las líneas generales de la tragedia neoclásica española y examinar sus obras y aspectos más relevantes. El autor atiende especialmente al período comprendido entre 1766 y 1773, los años en que el teatro recibió el apoyo institucional del conde de Aranda como presidente del Consejo de Castilla, y compara ese período con los primeros pasos de la tragedia y con la evolución posterior, que se diluye sin grandes rupturas hasta el triunfo del romanticismo. Se tratan en el libro las cuestiones relacionadas con la lección y la argumentación, aparecen referencias a la preceptiva y a la política cultural, y consideraciones sobre la recepción y sobre la influencia de la tragedia clásica francesa, presente a través de las traducciones. Se recoge en un apéndice una relación de las tragedias del siglo XVIII por orden alfabético de autores, con algunos comentarios particulares sobre las obras más destacadas.