Tras un exhaustivo análisis de los libros de puerto provinciales ingleses, la autora cuantifica el comercio entre puertos ingleses y españoles, abordando además enclaves como Gibraltar o las islas del Canal que funcionaron como "pequeñas Jamaicas europeas". El estudio del comercio se encuadra en este libro en un mundo atlántico de interacciones, donde las fronteras se diluyen, donde todos comercian con todos, y en el que las políticas imperiales de prohibiciones, así como el origen geográfico, el sexo o la condición religiosa, no son un obstáculo para que el interés comercial prevalezca sobre cualquier otra consideración.