Para España, recuperar la última fase de la Ilustración tropieza con un inconveniente. La fascinación por la vida íntima de las personalidades que ocupan la cúspide del Estado. La narración de los acontecimientos viene, antes o después, a centrarse en los caprichos de la reina María Luisa de Parma; las indecisiones del indolente Carlos IV y las cualidades morales de Manuel Godoy, cuyo ascenso meteórico desconcertó a propios y extraños. El relato de la época semeja una crónica al gusto de lectores de prensa del corazón. La condena moral exime de otros análisis. El presente trabajo pretende exponer el cambio que experimenta la sociedad española sobre la base de releer las fuentes impresas para extraer las líneas argumentativas formuladas por los propios protagonistas de la historia.