El estudio de Torredonjimeno (Jaén) cierra el ciclo en torno a la orfebrería visigoda que se había iniciado hace unos años con la publicación del tesoro gemelo de Guarrazar (Toledo), dos ocultamientos excepcionales, únicos y sorprendentes, no sólo por la riqueza de las joyas que contenían, sino por las circunstancias, en muchos aspectos coincidentes, de su hallazgo y posterior desmembración. Compuesto actualmente por 35 cruces de diversos tipos, completas o reconstruibles, y casi un centenar de fragmentos de otras, acompañadas por colgantes, cadenas y macollas, contuvo en su momento dos coronas reales.