La independencia de Cuba en 1898 ofreció la oportunidad para los anarquistas españoles que estaban siendo perseguidos y represaliados en España desde las últimas décadas del siglo XIX. Otros vieron en la isla recién emancipada un lugar donde asentarse y continuar con sus labores de proselitismo y difusión del ideal libertario. Fueron estos hombres quienes promovieron, con la ayuda de los ácratas cubanos, la fundación de grupos y organizaciones que pusieron en marcha actividades diversas con miras a conseguir la difusión del ideal libertario, aumentando y consolidando la comunidad ácrata hasta tal punto que, durante las tres primeras décadas del siglo XX, se convirtió en claramente mayoritaria entre los sectores laborales y en la promotora de la organización de la clase obrera.