Napoleón entendió muy pronto que la prensa, utilizada con artimaña y rigurosamente controlada, podría resultar un arma tremendamente poderosa tanto a nivel político como militar. Se sirvió sin escrupulosa ni moderación de ese medio de información (o deformación) de la opinión pública para sus intereses y ambiciones. El 21 de marzo de 1808 aparece el primer número de El Imparcial redactado por Pedro Estela. En sus declaraciones de intenciones apoya al gobierno josefino como la única opción válida para quienes aspiren a la benéfica y necesaria regeneración de España