El gabinete de Fausto trata de dar cuenta de las condiciones en que se produce el trabajo del autor, sostenido por una fundamental paradoja: la de que si bien su ámbito de acción corporal, su mundo «físico» se ha ido estrechando y desvaneciendo con la aparición de las tecnologías de la información y la comunicación, el horizonte que desde su posición hoy se columbra se ha expansionado -gracias a su conexión con internet- potencialmente hasta el infinito.