Tradicionalmente, en la disciplina antropológica, la idea de festival o feria se asociaba con eventos breves recurrentes en el tiempo, donde la ilusión de comunidad cobraba cuerpo, cristalizando una supuesta identidad colectiva. Hoy, los festivales pueden estar organizados desde fuera de la comunidad donde se ubican y, por lo tanto, también son reflejo de los valores de sus organizadores y de sus posibles y potenciales audiencias. Tiempos puntuales, localizados en lugares concretos, donde se diseñan y se re-inventan discursos y prácticas sociales que construyen identidades, tradiciones y modernidades. Cada año, el Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) crea un espacio y un tiempo acotado para compartir imágenes, ideas, definiciones y símbolos, que materializan una determinada identidad social sobre lo africano. El FCAT representa un África diferente y especializada que cuestiona otras visiones sobre el continente. Un evento de estas características es mucho más que un lugar en el tiempo para mostrar películas, es un potente agente heurístico donde investigar y generar un buen número de cuestiones: ¿Por qué este cine es africano? ¿Qué África nos presenta y quién elige las representaciones? ¿Por qué se celebra un evento como este en un municipio pequeño, apartado de lo que podríamos considerar como los circuitos al uso de las manifestaciones culturales oficiales? ¿Cómo vive el municipio esta celebración? ¿Quién puede hablar sobre África? ¿Y por qué? Este estudio interroga sobre los procesos de legitimación de la construcción identitaria y sobre la importancia de los contextos en la producción de significados. Contextualizado en el marco geográfico y simbólico de la ciudad de Tarifa, el FCAT es analizado desde la perspectiva de la mercantilización de la etnicidad y su implicación en las industrias culturales, como un nuevo producto/productor para el mercado de lo exótico que demanda un mundo globalizado. Porque eso es precisamente un festival, una intersección local/global puntualmente programada.