El ser humano, a lo largo de su existencia, ha ido modificando su alimentación, adaptando los alimentos y la forma de elaborarlos y cocinarlos a cada etapa que ha vivido. Además, la evolución nos ha dotado de un sistema inmunitario formado por una red de células, tejidos y órganos que funcionan conjuntamente y que resulta imprescindible para mantener un buen estado de salud. Así, la inmunonutrición busca estudiar, conocer y adaptar el consumo de los alimentos y el estilo de vida para mantener las defensas del organismo, fomentando la salud mediante la prevención de posibles enfermedades, tanto las infecciosas como aquellas en las que subyacen procesos inflamatorios o las enfermedades autoinmunes. El mantenimiento de una dieta equilibrada que aporte todos los macronutrientes (carbohidratos, grasas y proteínas), micronutrientes, además de otros compuestos bioactivos e hidratación, juega a favor del buen estado del sistema inmunitario; los buenos hábitos, no solo de dieta y comportamiento alimentario, sino también de actividad física, sueño y descanso, así como de cuidado emocional, participan en la regulación de los sistemas fisiológicos, incluida la función inmunitaria, repercutiendo así en la salud global.