Una película sobre un órgano de iglesia, la familia, la armonía y algo más difícil todavía: la fe. Conceptos más o menos básicos desde los que intentar explicar algo tan profundo como inefable: las hermanas del director se convierten de repente al catolicismo y el cineasta trata de aprehender qué hay detrás de ese mecanismo de transformación personal. Desmontando con inteligencia el formato clásico del documental de entrevistas (no olvidemos el doble juego del título, Converso viene también del verbo conversar), el director se sienta en una silla que convierte en confesionario de los otros y en el suyo propio al lanzar preguntas ante un espejo que no es otro que el espejo de casa. Film de familia con búsqueda personal y con un gran interrogante cinematográfico: Si el Espíritu Santo entra en nuestra casa, ¿es posible hacer una película sobre él?