Los sacramentos son las señales y los hitos, la palabra y la gracia, con la que la cercanía de Dios, la eficacia de su perdón y lo verdadero de su amistad, se hace gesto, se hace don, para que yo pueda ser salvado en las circunstancias de mi vida humana y cristiana. Cristo es el sacramento por excelencia, y de él han quedado esas siete expresiones que nos acercan lo que el Señor vino a comunicarnos. La Iglesia fue teniendo mayor conciencia de cómo había gestos y palabras de Jesús en los que se nos daba la novedad y se nos abrían como siete peldaños por los que baja y sube la gracia que nos salva. - Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo