“Espíritu Santo ven! ¡Te llamamos! ¡Te invocamos! ¡Te suplicamos que vengas, que tomes posesión de cada uno de nosotros, que nos invadas, que nos embistas con tu fuerza, con la fuerza transformante y santificadora de tu gracia! ¡Ven! ¡Deseamos ardientemente tu venida! ¡Estamos ansiosos de Ti, sedientos de Ti! ¡Te pedimos, te rogamos que vengas, que te derrames sobre nosotros, que nos empapes, que tomes posesión de nuestro ser y seas el único Señor de nuestra vida!