Tierra busca a su padre. Cielo, a su madre. Tierra tiene que arriesgarse a subir. Cielo debe bajar. Su aventura también sucede dentro de cada uno de nosotros.
Hay historias que son a la vez terremoto y caricia. Llegan de repente, inesperadas y a la vez tejedoras de todo lo que nuestro corazón no lograba unir. Historias que destruyen lo que no somos y suturan nuestras heridas simbólicas. Que nos ponen a las puertas de una vida verdadera.
Historias que nos conocen mejor que nosotros a nosotros mismos. Historias sobre el dos, pero sobre el Uno.
Esta es una de ellas.
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