Ruge la tormenta y la barca se ve amenazada con ser engullida por las olas, y Jesús duerme. La tempestad que sacude y parece tragarse al pequeño pueblo de la Iglesia es el bullicio de los pueblos que se levantan contra el Señor y su Mesías. Es de noche no se ve el horizonte. A duras penas se sostiene la barquichuela sobre las olas, y Jesús duerme. Los discípulos desorientados no entienden la aparente indiferencia de su maestro. Le despiertan. Pero Jesús se alza majestuoso ¿porque tenéis miedo hombres de poca fe? El es Señor del mar y de la historia. Una sola palabra suya desarma la tormenta. Nada hay que temer. Cristo es el Señor. El justo no teme ni se angustia porque las fuerzas del mal parezcan prevalecer. La Iglesia siempre estará bajo tormenta pero tiene al Señor. El cristiano ama la verdad y la predica en todo tiempo, tanto si es escuchada como rechazada. El profeta no puede callar