El Evangelio de los sencillos es una obra «para este tiempo y para este mundo». Por eso, pienso que esta exposición sobre la humildad, nos ayudará a madurar el sentido de nuestro ser cristiano, de nuestro ser persona, redundando sobre nuestra llamada a la santidad. No cabe duda de que la humildad es una virtud fundamental para la vida cristiana, por lo que no deja de ser una cuestión apasionante, profunda, compleja y delicada. Por ello, pido por adelantado a nuestro estimado lector, un pequeño esfuerzo de paciencia y amabilidad; seguro que ambas facilitarán enormemente una mayor comprensión de este nuevo trabajo. En efecto. Esta sencilla obra solo pretende ofrecernos un encuentro existencial ―profundo y verdadero― con un amor inconmensurable: el amor incondicional de Dios, que ha sido manifestado en su Hijo Jesucristo. Así es. Jesús es el humilde. Él es la única fuente de vida y humildad; por eso, es el auténtico protagonista de nuestra obra: «Yo me hice el más humilde de los hombres, el último, para que tú vencieras con mi humildad tu soberbia». Ojalá su lectura resulte beneficiosa para nuestro lector, e inspire en él sentimientos de humildad y sencillez. Ese es su mayor propósito.