Fue el veredicto final del Tribunal Supremo australiano exculpatorio del Card. George Pell. Con esta sentencia se puso fin a ocho años agotadores de acusaciones, investigaciones, juicios, humillaciones públicas y más de un año encarcelado por un delito que no come ó. El prelado australiano, tras el fallo del 13 de marzo de 2019 por “delitos históricos de agresión sexual”, ingresó en prisión por lo que se suponía que serían seis años de cárcel. Soportó más de trece meses en confinamiento solitario, antes de que el alto tribunal revocara su sentencia por unanimidad, siendo por tanto absuelto. Su victoria sobre la injusticia no fue solo personal, sino para toda la Iglesia Católica. Sin rencor hacia sus acusadores, jueces, trabajadores penitenciarios, periodistas y aquellos que lo persiguieron, el cardenal utilizó su tiempo en la cárcel como un “retiro prolongado”. Llenó elocuentemente las páginas de un cuaderno con sus conocimientos espirituales, experiencias en la prisión y reflexiones personales sobre los acontecimientos actuales, tanto dentro como fuera de la Iglesia, así como con conmovedoras oraciones.