Si pudieran entrevistar a la persona que ustedes quisieran, ¿a quién elegirían? Esa pregunta, lanzada en el ámbito de un aula de clases en la universidad, fue el origen de este libro. Curiosamente, al autor nunca se le ocurrió responder que elegiría a Jesucristo. Más que nada, porque esa pregunta invitaba a pensar en un deseo irrealizable. Pasó el tiempo, y un día, mientras leía el Evangelio, el autor hizo un descubrimiento: la entrevista a Jesucristo no solo era posible, sino que ya había tenido lugar. De hecho, el Evangelio en cierto sentido es una gran síntesis de esa entrevista. Al rabino galileo se le dirigieron decenas de preguntas durante los años que pasó en la tierra. Ese Hombre, que es Dios, se deja entrevistar. Así pues, los textos que aquí se recogen no son más que una invitación para que el lector haga su propia experiencia del Evangelio y descubra que es un tesoro escondido en el campo de su alma (cfr. Mateo 13, 44). Pero un tesoro que exige esforzarse, implicarse, purificarse las manos para ser descubierto y desvelado del todo.