Si tenemos la suerte de haber perdido un diente, para cuando caiga la noche, lo mejor será resguardarlo muy bien bajo la almohada y enfundarnos el pijama. Porque con la luna alumbrando los tejados de la ciudad, el Ratoncito Pérez se pone su traje oficial y comienza la jornada.
Cada ventana le dará paso a una habitación diferente, porque no todos los hogares son iguales ni los niños desean las mismas cosas. Esa será la sorpresa que encierra esta historia de nuestro querido ratoncito.