Lilith vive en el pueblo de Gisbernet, muy al norte, donde los inviernos parecen no tener fin. Sin embargo, una conjunción de símbolos la anima a buscar su destino en algún paraje remoto del sur, donde reinan los cálidos desiertos. No entiende por qué debe emprender el viaje ni sabe exactamente a dónde tiene que llegar, pero decide dejar todo lo que conoce y lanzarse a una aventura tan incierta como emocionante. Lleva poco equipaje, un compañero fiel y una sola pista que le servirá de brújula: el amor verdadero del que le ha hablado su abuela.