Después de siglos de fe esencialmente especulativa, debemos pasar a la teología narrativa. «Debemos», sí, porque la narración es el código comunicativo que está más en sintonía con el hombre y la mujer del siglo XXI.
Después de siglos de fe esencialmente especulativa, debemos pasar a la teología narrativa. «Debemos», sí, porque la narración es el código comunicativo que está más en sintonía con el hombre y la mujer del siglo XXI.