Puede apreciarse en nuestra sociedad una quiebra de principios éticos relacionada, en muchas ocasiones, con las dificultades para gestionar las emociones. No son pocas las veces en que las emociones rigen las conductas humanas: los afectos necesariamente impulsan la voluntad, pero pueden determinar comportamientos perjudiciales cuando la inteligencia queda relegada y la libertad, doblegada por el protagonismo de lo emotivo. Muchos de los conflictos que vivimos, dentro y fuera del aula (trastornos de comportamiento, sociales, alimenticios, de la imagen, violencia, drogas, etc.) son fruto del desenfoque en la formación emocional durante las etapas educativas infantiles y juveniles. Trabajar con herramientas que permitan a nuestros alumnos atemperar los conflictos propios y ajenos y ayudarles a vivir de acuerdo con los fines propios de su naturaleza espiritual es nuestro objetivo. Nos sumamos, en ese sentido, a la propuesta educativa de la Universidad Francisco de Vitoria, que mira al desarrollo integral de la persona.