Desde que Dios decidió enviar su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él, todo se ha vuelto camino. Camino, desde el misterio de Dios, al seno de María; camino de Nazaret, a casa de Isabel; camino a Belén, donde nace Jesús; camino de Jesús, que movido por el Espíritu se dirigió a Galilea a "anunciar la Buena Noticia de Dios"; camino especialmente significativo, el "paso del mundo al Padre", como final de trayecto. El mismo Jesús se presenta como Camino para los discípulos. Por el hecho de serlo, nos convertimos en "caminantes" del verdadero y único Camino seguro, que nos lleva a Dios. En este permanente retorno, que es el ciclo litúrgico, empezamos a recorrer el Camino del Adviento.