La familia y los educadores tienen la misión de proteger la semilla de grandeza que late en todo espíritu humano, mediante el amor, la disciplina, los valores, el conocimiento y la libertad. Cuando la semilla humana no recibe los nutrientes emocionales, intelectuales y espirituales que necesita, germina el dolor estéril y languidece la felicidad. ¿Puede haber una función más sublime que orientar una vida humana hacia el amor, la disciplina, la realización, la autoestima,la vivencia de los valores universales y la libertad interior?