¿De qué vive el hombre? ¿De comida? ¿Qué es lo que hace buena y bella la vida? ¿El sexo? En el hambre y la libido se encuentra un nudo de relacionalidad, donde se elabora no solo el modo de situarse ante la realidad y los otros, sino también, ante Dios. Es un nudo dramático, donde no todo está resuelto desde el inicio, aunque en el inicio se recibe el don original que hará posible dones mayores. La misma ambigüedad y tragedia del deseo nos hablará siempre de que el deseo no puede limitarse a la comida y al sexo. No solo de pan, ni solo de sexo vive el hombre. Lo que hace buena y bella la vida es una palabra que acompaña la comida y el sexo, una palabra que transmite un amor. Porque el pan y el sexo esconden una dinámica de plenitud, incluso de divinización. Desvelar esta dinámica es el objetivo de estas páginas.