"La cuestión del lugar que ocupa Dios en la escuela no se resuelve haciéndole un hueco en el currículo. Dios se manifiesta, con más o menos claridad, en la imagen de hombre que guía la acción pedagógica. Que no se engañe nadie: esta imagen siempre está ahí, aunque con frecuencia, en nuestros tiempos, se oculte tras los discursos pedagógicos.... No es casual que en la educación emocional se hable tanto de empatía y nada de agradecimiento. Un mundo que da tanta relevancia al “pathos” es muy distinto de un mundo que concede prioridad al agradecimiento. Cada uno de esos mundos es la respuesta a dos formas distintas de fe. Una privilegia la náusea y la otra el apetito. No es el mismo mundo el de una escuela que declara guiarse por “valores” cristianos, que una iglesia que se define como católica. Sé, por experiencia, que las primeras tienden a sustituir, con la mejor voluntad, los diez mandamientos por las diez sugerencias". (del PRÓLOGO de Gregorio Luri)