Durante el tiempo de cuarentena, el P. Francisco Vidal nos acompañó con unas meditaciones diarias con su serie Ancla y Estrella. Ahora recoge estas meditaciones y las revisa y actualiza para que podamos seguir descubriendo el gran don que Dios nos da en cada momento. En la providencia de Dios se convierte todo tiempo en tiempo de gracia, porque todo tiempo es capaz de revelar la grandeza de la vida. Os propongo en estas páginas acercarnos a la Virgen María de la mano de Juan Pablo II a través de estas meditaciones. Acercarnos al corazón de la Virgen María con las palabras, expresiones y, sobre todo, con la devoción con la que San Juan Pablo II nos enseñó a mirar a la Virgen. Una de las expresiones que a él le gustaba mucho era “contemplar con María el rostro de Cristo”. Contemplar con María porque, en primer lugar, a nadie le pertenece Cristo como a ella. En segundo, porque la Virgen María nunca se separó del Señor, nadie miró a Jesús como ella y, en tercer lugar, porque Ella antes de contemplarle con los ojos del rostro, le contempló con los ojos de la fe. La Virgen María nos enseña a mirar a Cristo con una mirada de adoración y llena de asombro ante el misterio de Dios. De la introducción del libro