La aventura de ser padre o de la esperanza de ser sorprendido. Sí. Porque de eso trata todo padre, de una secreta esperanza que da el tono de aventura a la vida. Aventura, no porque el padre afronte novedades fascinantes y conmovedoras: ese padre ya ha quedado muy sepultado y el autor no pretende reanimarlo. Es aventura porque no está dicho que colme su esperanza. ¿Merece la pena afrontar tamaño riesgo? Depende de la esperanza. Del Prefacio de José Noriega En el texto que sigue, me aventuraré en algunas reflexiones sobre lo que significa, en particular, ser “padre”. Es triste, pero cierto, que con frecuencia ha habido hombres que han engendrado hijos sin ser conscientes de ello. Sucede también que demasiados padres, sabiéndolo, abandonan a sus hijos y a las mujeres que les han hecho padres después de que los niños hayan nacido. Sucede, además, que hay hijos que se ven privados de sus padres por razones puramente accidentales, como puede ser una muerte inoportuna. Me ocuparé en esta reflexión exclusivamente de lo que supongo la situación normal o regular, en la que padres y madres “educan” juntos a un hijo, al menos hasta el punto en el que él, o ella, pueda ser padre o madre, respectivamente. Y en la medida en la que los padres viven una vida común, uno no puede hablar sobre los padres sin hablar también sobre las madres y los hijos. Del autor John C. McCarthy