El encuentro con Jesucristo como cruce de miradas: esta es la intuición que ha guiado el acercamiento al testimonio evangélico de estas meditaciones. Se trata de sorprender el origen, el horizonte y el actuarse de la mirada de Cristo como expresión humana de la mirada de Dios. Una mirada que brota de la mirada del Padre y se extiende sobre las necesidades de los hombres: sobre todos y sobre cada uno personalmente, sobre su fe, pero también sobres sus límites, fatigas y pecados. Una mirada que se cumple definitivamente en la muerte y resurrección del Señor y que permanece hoy entre nosotros en la vida de los testigos del Resucitado.