Para seguir caminando con alegría y esperanza por la vida, necesitamos vivir con confianza, pues nos aporta un plus de ánimo, aliento y vigor. y no podemos avanzar por la senda de la santidad cotidiana, que nos hace ser más humanos, si no se acrecienta constantemente nuestra intimidad con Dios, el Padre de Jesús que se revela por medio de su Espíritu.