Sería raro que Fabrice Hadjadj haya leído a fondo a Luis Cernuda, tan adusto, pero en este nuevo libro ha seguido a rajatabla el consejo del sevillano: “Cultiva lo que te critican; eso eres tú”. Si a Hadjadj se le ha afeado su histriónico sentido del humor y que sea capaz de salirse de un exquisito argumento para contar un chiste o para hacer la acrobacia de otro juego de palabras, en este libro insiste. De hecho, todo el tomo es una broma, si se entiende bien. Es el negativo de la fotografía de Hadjadj (quizá por eso a veces el humor es tan negro). Si se entiende mejor, estamos ante un título en que Hadjadj se ha dado la vuelta (Jdajdah) como un calcetín: él, que siempre ha hecho teología con excelente literatura, ahora hace literatura con excelente teología. 99 lecciones para ser un payaso se revela como una propuesta de vida. Entronca con la antigua tradición medieval del bufón de Dios, que hunde sus raíces en Jeremías y en Oseas, y floreció en los primeros siglos del cristianismo oriental. En Rusia los idiotas de Dios, los santos locos y los sabios tontos han sido un elemento esencial de su misticismo. Hadjadj propone una opción radical por el cristianismo, que exige perder todos los respetos humanos y buscarse un sentido del humor ignífugo. Porque las cosas se están poniendo tan serias que no nos van a dejar más salida que la carcajada. Enrique García-Máiquez