El 2 de febrero de 1995 una imagen de la Virgen Maria lloró sangre en el jardín de una familia en Civitavecchia, a las puertas de Roma. La Iglesia celebraba el día de la Presentación de la Virgen, o Candelaria. Hasta el día 6 de febrero la misma imagen lloró hasta trece veces delante de miles de personas. El 15 de marzo la misma imagen lloró delante del incrédulo obispo diocesano. Después de haber sido venerada y coronada por S. Juan Pablo II, la imagen ha sido puesta a la veneración pública en la Iglesia parroquial, posteriormente elevada a Santuario diocesano, bajo invitación de la Santa Sede. Una segunda imagen, que lleva la bendición de S. Juan Pablo II, tuvo exudaciones de óleo que siguen hasta el presente. Entre 1995 y 1996 tuvieron lugar muchas otras manifestaciones del Cielo: apariciones de ángeles, de Jesús y de la Virgen, que dio 93 mensajes. “En Roma las tinieblas están bajando cada vez más sobre la Roca que mi Hijo Jesús os ha dejado para edificar, educar y formar espiritualmente a sus hijos. Obispos: vuestra tarea es la de continuar el crecimiento de la Iglesia de Dios, siendo vosotros los herederos de Dios. Volved a ser un solo corazón lleno de verdadera fe y de unidad con mi hijo Juan Pablo II, el más grande don que mi Corazón Inmaculado haya obtenido del Corazón de Jesús”. “Satanás se está apoderando de toda la humanidad, y ahora está intentando destruir la Iglesia de Dios, ¡no lo permitáis!” “El Camino de la Verdad está en la Iglesia de Dios. La Verdad viene de Dios. ¡No temas al hombre, teme a Dios!” “Queridos hijos, lloro porque no me escucháis, no me creéis y no me aceptáis”. “Nuestro Padre refundará aquí su Iglesia, y todos los confines de la tierra verán la salvación si ponéis vuestro ser humano en las manos y en el Corazón Inmaculado de nuestra Madre Celestial”.