En este libro encontrará los gozos y padecimientos que implica, o al menos implicó para el autor, estrenar la paternidad. El desconcierto de levantarse una mañana y comprobar que tu vida está irremediablemente comprometida, ligada, ya para siempre, a una criatura capaz de elevar tu existencia, así como de reventarte los tímpanos berreando una madrugada, y otra, y otra… Con su característico sentido del humor y a través de una prosa fluida, Contreras Espuny nos presenta un relato autobiográfico con las anécdotas y reflexiones de quien, antes de cumplir los treinta, se ve con dos niños en el mundo y sin un instinto paterno que lo auxilie. Mucha frustración verá aquí, mucha rabia, nada de cursilería y, por supuesto, biberones, pañales, pediatras, termómetros, jeringuillas… también una perplejidad constante, porque por más niños que haya en el mundo, siempre habrá algo insólito en eso de nacer. Se le invita a degustar el milagro tozudo de la vida y el despertar de dos niños que trasmiten al relato la frescura de que cuanto hacen, lo hacen por primera vez. Al final de estas Confesiones de un padre sin vocación, concluirá que al autor se le da mejor escribir que criar. Salen ganando los lectores, quizás no tanto sus hijos; pero descuide, son muy pequeños y apenas se enteran de nada. Además queda la esperanza de que esos niños acaben siendo lectores y se vean de algún modo recompensados.