No sé si don Manuel es consciente del gran servicio que ha prestado a la Iglesia con su estudio de la masonería y otras sectas, pero sí pienso que, como mínimo, le concede una importancia relativa, porque hablamos de alguien que tiene una biografía más interesante que la de un simple investigador de temas esotéricos, por mucha trascendencia que los mismos puedan tener. Su trayectoria académica y docente merece un capítulo aparte, pero tampoco creo que a esa faceta le conceda más importancia, pero sí que le he visto entusiasmarse con otras cosas: por ejemplo, hablando de arte, enseñándonos detenidamente la Cartuja de Miraflores; pero, sobre todo, de Dios, de sus atributos, de su Misericordia, del Evangelio. Al margen de lo que ha investigado, escrito o divulgado a lo largo del tiempo; por encima de cualquier otra cosa, es un sacerdote, y así queda reflejado en esta biografía en forma de entrevista que ha escrito junto a Gabriel Ariza. Feliz por haber seguido su vocación; plenamente consciente de que todo lo demás queda supeditado a su ministerio. Alberto Bárcena