Fabrice Hadjadj traslada al lector a la ‘Democracia Mundial’, un régimen distópico fundamentado en el rechazo de la carne y la exaltación del espíritu. Las diferencias de los sexos ya son sólo aparentes, las relaciones humanas no se dan sino en el ámbito de lo virtual y el coito ha sido abolido, sustituido por un programa tecnológico que conecta a miles de personas y que permite explorar el universo entero del goce. En esta obra de teatro, que es un retrato de la dictadura entre gnóstica y eugenésica que está por venir, el lector español se encontrará con un Hadjadj sublimado. En cada frase, en cada párrafo, en cada página, en cada acto, ese estilo fresco y ágil tan característico en él aparece entreverado de una causticidad más lírica que de costumbre. Lo exige, quizá, el género literario elegido: Hadjadj no expone aquí su filosofía abiertamente, sino a través del drama de unos personajes tiranizados por un sistema que se cimienta sobre la negación de la naturaleza humana.