«Un yo y un tú limitados suscitan el uno en el otro un deseo infinito y se descubren lanzados por su amor a un destino infinito». Un yo y un tú limitados se descubren el uno al otro una sed de infinito aparentemente insaciable. Nada nos despierta tanto, nada nos hace tan conscientes de nuestro deseo de felicidad como la persona amada. Pero antes o después nos topamos con su incapacidad para satisfacer el deseo que ella misma ha despertado en nosotros: dos infinitos se encuentran con dos límites. ¿Por qué tal decepción? ¿Es que somos insaciables? ¿Debemos resignarnos a vivir insatisfechos? Urge volver al origen, reconquistar la belleza del matrimonio y la familia.