El autor propone un cambio radical de actitud: entrar desde la afectividad. Dice el Papa Francisco que «algunos cristianos tienen cara de pepinillos en vinagre»¹: ¿qué cara tenemos en nuestras Eucaristías? La Misa es la invitación al diálogo íntimo de Cristo y el Padre, es la participación en la potencia de su Amor. Lo correspondiente, por tanto, es adentrarse con expectación y vivirlo desde el corazón.
Solo desde esta perspectiva podrá uno preguntarse: ¿Qué sucede ahí? ¿Por qué mis heridas se curan, mis ansias se apaciguan, mis miedos se achican? ¿Por qué se zarandea mi comodidad, se eleva mi mirada, se ordenan mis afectos? ¿En qué consiste este acontecimiento que me transforma poco a poco?
1Homilia 10/05/2013, Casa Santa Marta.