¡Cuántas veces preguntamos por el sentido del mal y del dolor! La contestación es personal: se encuentra en el interior de cada uno, solo en el interior.
A quien quiera aprender, le convendrá adoptar la actitud de aprendiz. Y, libre de prejuicios, introducirse en el mundo del dolor y del sufrimiento como un intruso. Introducirse y pensar, pensar por libre. Estos son las cavilaciones de un intruso, cavilaciones cualesquiera de un intruso cualquiera. Razón e intuición, cabeza y corazón van a la búsqueda de sentido: así, las cosas son más sencillas.
Entrar por las distintas puertas e ir hasta las experiencias personales iluminará nuestros sucesos trágicos y duros. Estas nuevas luces permitirán que el sufrimiento brilla con luz propia. Respetaremos su protagonismo. Aprenderemos a tratarlo. Llegaremos a entenderlo y
valorarlo. Lo viviremos con paz.