Fabrice Hadjadj, conocidísimo filósofo católico, y su tocayo Fabrice Midal, pensador budista, nos regalan un libro que bien merece la pena. No porque nos vaya a dar la respuesta al interrogante que ha conturbado al hombre de todas las épocas, tampoco porque nos vaya a brindar el conocimiento necesario para deslumbrar a nuestros amigos. Más bien, porque es un indicio en el sentido estricto de la palabra. Hadjadj y Midal no responden, sino que apuntan; nos sugieren aquí dónde buscar la verdad o, mejor, dónde puede salir ella a nuestro encuentro: en la contemplación de un paisaje hermoso, en la recitación de un poema, en el abrazo de una madre o en una conversación en torno a la chimenea, por ejemplo. «Este es un libro que cumple su palabra. Para responder a la pregunta sobre la verdad no se queda en el «qué», que vale para iniciar el debate. No se habla tanto de la verdad como se la escucha y se avanza, mano a mano, hacia un Quién que devuelve su pregunta a cada uno» (Enrique García-Máiquez).