No sabemos quién será el próximo Papa, pero sí podemos intuir, siquiera oscuramente, a qué desafíos habrá de enfrentarse y qué clase de dificultades entorpecerán su tarea. Aunque el teólogo católico George Weigel no aspire a responder al primer interrogante —es teólogo, no adivino—, sí arroja luz (mucha) sobre el segundo. Con la clarividencia propia de los pensadores más solventes, enuncia uno por uno los quehaceres que el próximo pontífice no podrá eludir sin infligir a la Iglesia un daño irremediable, los quehaceres que habrá de acometer con firmeza de espíritu y una ciega confianza en la gracia: entre otros, el fortalecimiento del espíritu misionero, la promoción de un diálogo interreligioso que orbite en torno a la verdad y tienda a ella, el robustecimiento del papel de la Iglesia en el mundo y, en un plano más prosaico, la renovación de la Curia. El próximo Papa se erige así en un texto fundamental para todo católico al que le inquieten los problemas que hoy acechan a la Iglesia y que sienta vértigo ante un futuro aparentemente envuelto en brumas de incertidumbre.