«Racismo sistémico», «queer», «identidad fluida», «racializado», «afrodescendiente»... Son algunas de las muchas expresiones que forman parte imprescindible de todo discurso políticamente correcto. Es una neolengua, y quienes se niegan a emplear esta jerga, se sitúan extramuros de lo que el progresismo considera correcto. Y lo que merece quien no comulga, es la censura y la reclusión, cuando no la reeducación. Bock–Côté explica con todo detalle la cartografía de la situación social, cultural y política que implica la tiranía de la corrección política, así como sus más profundas pretensiones.