Educarse es mejorar, hacerse mejor. Es desarrollar las propias capacidades electivas y operativas –las virtudes propias– y, en consecuencia, mejorar la propia libertad, logrando así una personalidad de calidad. Educar es ayudar a otros a que decidan mejorarse, sin olvidar que cualquier educación comienza por la mejora de quienes se proponen educar, ya sean padres, profesores o amigos. A lo largo de Educarse y educar, el autor va desgranando las virtudes principales que todo educador debería adquirir: profesionalidad, prudencia, amor a la justicia y a la libertad, optimismo, buen humor, capacidad de diálogo, comprensión, paciencia, capacidad de amar.