Abundan los libros acerca de cómo educar bien a los hijos. En cambio, no son tantos los que tratan de narrar la transformación interior que conlleva la crianza. ¿Para qué se nos dio un hijo? Para que aprendamos, ¿qué? Para que crezcamos, ¿en qué sentido? Los hijos no vienen a satisfacer ninguna necesidad. En cambio, sí posibilitan una liberación. Habrá que preguntarse si queremos aprovechar esa oportunidad que la vida nos brinda; si estamos dispuestos a realizarnos de un modo que no teníamos previsto. ¿Significa esto dejar de lado la educación de los hijos? En modo alguno. Más bien al contrario: será el mejor modo de acompañarlos. ¿Cómo se puede ayudar a otro a crecer cuando ya no se está en disposición de hacerlo uno mismo?