San Pablo presenta a Jesucristo como el “único Esposo” de todos los cristianos. Pero es Jesucristo mismo quien se había presentado así, como el Esposo que había sido ya prefigurado y anunciado en el Antiguo Testamento. En este mundo hay dos modos de vivir la relación esponsal con él: el matrimonio, a través de la mediación sacramental del cónyuge; la virginidad y el celibato, sin mediaciones, como una unión inmediata con el Esposo. Para vivir esta relación con Jesucristo, además de la vocación personal, es decir, de la llamada al camino por el que Jesucristo mismo se ofrece a cada cristiano, son necesarias otras dos condiciones: que haya suficiente vida de fe y suficiente madurez afectivo-sexual. Son la “teología” y la “antropología” de la relación del cristiano con Jesucristo Esposo que este libro quiere tratar.