El autor, tomando como prototipo algunas vivencias del proceso afectivo-espiritual del monje trapense Thomas Merton, propone la extrapolación del mismo a cualquiera de nosotros para que observemos, no solo algunas de las dificultades e inconsistencias con las que se van a encontrar el amor y lo afectivo, en general, sino cómo todo ese mundo de los sentimientos, las experiencias afectivas, las luchas y las conquistas, el pecado y la virtud en estos lares, están advocadas a un proceso de purificación que ocupa toda la vida, y donde la Gracia y la voluntad de santidad nos aquilatarán y equilibrarán.