El silencio siempre ha acompañado a la palabra de Dios, sobre todo al que es LA PALABRA DE DIOS (con mayúscula), su Hijo Jesucristo que se ha hecho carne y ha resumido cuanto Dios nos ha dicho y hecho a lo largo de su historia de amor y salvación desde el principio del Génesis y ha dado su plenitud. Ximo, de nuevo, con esta obra, canta con las criaturas la obra de Dios, y con los hombres, en salza a su Dios y proclama las maravillas que Dios hace en favor nuestro. Es canto, silencio, proclamación, que deja a Dios ser Dios, y que se abre a Dios y a su don por todo.