El pequeño Riaf vive plácidamente en su mundo, disfruta del deporte matutino, de las rutinas de su trabajo y estudio y de las charlas nocturnas con sus amigos. Sin embargo, hay algo que lo tiene inquieto: en su comarca hay un castillo del que nadie quiere hablar, pero en el cual brilla una luz titilante. Comienzan las aventuras cuando tropieza por casualidad con el portador de las llaves del castillo: pasan por mazmorras, por laberintos y corredores oscuros y por todas las estancias de la vieja fortificación. En muchos de esos sitios encuentran enemigos peligrosos que acechan por los rincones en medio de las sombras y también amigos sencillos con los que irán caminando poco a poco hasta llegar a tierra firme. Aunque los personajes calientan sus comidas en el microondas y planean viajes en motocicleta, podrían también calentar sus comidas en la estufa de carbón y viajar en carretas de madera. Lo importante no es el tiempo de la historia, sino la historia de los personajes en cualquier tiempo, porque desde el hombre de las cavernas, que plasmó su ideal de belleza en las paredes de las cuevas, hasta el hombre de hoy, todos hemos buscado de alguna forma la luz del centro del castillo, en medio de nuestras batallas, oscuridades y pobrezas.