El tema de la victimación pertenece a la vida cristiana como tal. Es verdad que el imaginario colectivo nos presenta una fotografía de la misma poco menos que de masoquismo. La realidad cristiana es otra. El bautismo nos inserta en la muerte y resurrección de Cristo y, a partir de ahí, en grados y progresiones distintas, hasta el martirio, la victimación forma parte de la vida cristiana. La asunción del dolor y del sufrimiento es una forma de victimación que se entiende desde la inserción bautismal en Cristo muerto, víctima por nuestros pecados. La problemática que se recoge en el presente libro está siempre ahí y los criterios utilizados siguen siendo válidos y, por lo tanto, puede hacer bien en el campo de la reflexión teológica espiritual y acompañamiento de las personas. El autor ha tomado como título principal del libro unas palabras de una oración de la Misa del Sagrado Corazón: al fin y al cabo toda verdadera victimación, en el sentido amplio en que se la considera aquí, es una expresión de amor a Jesucristo para reparación de los propios pecados y de los de todos los hombres.