Parecen mayoritarias las voces que auguran el final irreversible de la Fiesta de los toros y aquellas que exigen su prohibición. No es una novedad: llevan sonando desde hace cuatro siglos, cuando empezó a definirse la lidia tal como hoy la conocemos. Sin embargo, las plazas se siguen llenando y a ellas acude un público cada vez más joven. ¿Cuál es la razón de este sinsentido?
La corrida desconcierta, asusta, escandaliza, repele a muchos de los que se sientan por primera vez en un tendido sin haber recibido unos conocimientos básicos acerca del drama al que van a asistir, en el que siempre se muere de verdad. Quizás la tauromaquia desconcierta por ser la antítesis de estos tiempos de control, en los que los poderes públicos dictan cómo, cuándo y dónde podemos ser libres.
Hay quien se pregunta por el sentido de la tauromaquia en esta era de imparable evolución tecnológica. Si es compatible, dado su origen rural, con una población que nace, vive y muere en las grandes ciudades. Si quedan argumentos para defender un espectáculo de sangre en una sociedad que huye del dolor.
A estas y muchas otras cuestiones se enfrenta Miguel Aranguren, que une cinco relatos de extraordinaria calidad literaria con un exhaustivo análisis del poliédrico universo de la Fiesta, de modo que convierte “Toros para antitaurinos” en una obra imprescindible para quienes aman y para quienes detestan la Fiesta; para los profanos que se acercan de buena fe a los cosos y para los entendidos; para los espectadores casuales de una corrida y para los aficionados que están abonados a las principales ferias del calendario taurino.
Miguel Aranguren ha firmado una obra monumental. Magnífica en su literatura y profusa en datos y detalles. El lector no solo disfrutará de la buena escritura a la que nos tiene acostumbrados, sino que aprenderá un sinfín de cosas que trascienden a lo que se dirime en el albero.