Testimonio insustituible sobre la tradición de las escuelas filosóficas griegas al ser el único compendio de este tipo que ha llegado hasta nosotros, las "Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres", obra compuesta en la primera mitad del siglo III por Diógenes Laercio, fue desde principios del siglo XIX objeto de reproches, sobre todo por parte de los filósofos, que no encontraban en ella la historia de la filosofía antigua que habrían querido encontrar. Sin embargo, llevado por aficiones más filológicas que filosóficas, su autor, como aclara en su introducción Carlos García Gual, responsable de esta primera traducción íntegra de la obra desde la que hiciera Ortiz y Sanz en 1792, sólo pretendió registrar para la posteridad el espléndido legado sapiencial de los no en vano ilustres filósofos griegos, tarea que llevó a cabo en un texto que resulta hoy uno de los más atractivos del legado helénico por su información minuciosa y su amenidad. Traducción e introducción de Carlos García Gual